PREMIOS Y CASTIGOS – TEATRO ABADÍA– A PARTIR DEL 03/11/2016 @TdeTeatre @teatroabadia #Madrid

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Una clase de interpretación abierta al público. Es lo primero que sabemos. Un saludo cordial, una bienvenida y la explicación de lo que vamos a ver. Y nos encontramos ante unos actores, que interpretan unos personajes, que interpretan unos personajes, que interpretan unos personajes. Tres niveles de teatro dentro del teatro. Y cada nivel es diferente. Nos encontramos con el cliché, la caricatura llevada al límite. Nos encontramos con actores que aplauden a los compañeros que realizan bien sus ejercicios. Nos encontramos actores dentro del ejercicio, interpretando otro papel. Es un ejercicio de virtuosismo y, en cada nivel, vemos las diferencias. Sabemos donde estamos porque nos los muestran muy bien. No hay ninguna posibilidad de confundirnos. Sabemos si están realizando un ejercicio, si no lo están haciendo, si interpretan sobre la interpretación... 

Joan Miró dijo “He dedicado toda mi vida a aprender a pintar como un niño”. Y en algunos momentos encontramos este esfuerzo. Actores profesionales que sobreactúan y exageran, que más que interpretar, se ponen máscaras y hacen un mal dibujo de u personaje. Pero que hacen muy bien el juego de “hacerlo mal”. Nos lo creemos.  Y ellos aceptan que nos lo creamos. Es teatro.

Un escenario  blanco, con  pocos elementos de decoración entre el negro, el gris i algún marrón oscuro. Elementos que parecen dibujados sobre el blanco que hay en el suelo y en las paredes, como un dibujo en tinta china. Toda la escena iluminada, completamente blanca.

Vestuario sobrio. Como de principios de siglo XIX. Camisas blancas y vestidos negros. Como los elementos del decorado. Solamente hay una nota de color: el vestido rosa, muy moderno, de la ayudante que no está en escena, pero interviene algunas veces.

No hay foco, no hay puntos de atención. Los puntos de atención son los propios actores. La música es puntual, para reforzar el ritmo de alguna de las escenas que nos representan dentro de su representación.

Unas interpretaciones que no dejan indiferente. Los actores juegan con nosotros, juegan entre ellos, juegan a que nos lo creemos, juegan a que se lo creen, o dejan de jugar e interactúan entre ellos, como si el público no estuviera allí... o si, pero pasan de nosotros. Un juego que ocupa todo el espacio, con movimientos milimetrados y coreografiados con elegancia. Una clase magistral de interpretación en todos los sentidos. 

Y para acabar... todo es mentira. Todos es un ensayo. Y llegamos al cuarto nivel. Los actores, que interpretan unos actores, que interpretan unos actores, que interpretan unos actores... el juego del ratón y el gato que no tiene final. Magistral.

10 sobre 10.



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