Serlo o no, para acabar con la cuestión judía #teatroespañol #teatrelliure #serloono #jmflotats @Nau_Puig
http://espectaculosbcn.com/critica-ser-ho-o-no/
www.espectaculosbcn.com
Serlo o no, para empezar, nos retrata un mundo que ahora es bastante desconocido, un mundo en el que los vecinos aún hablan entre ellos, aunque sea en el rellano de la escalera. Un mundo en el que la gente tiene tiempo para una conversación, aunque sea en el rellano de la escalera. Una escalera sin ascensor, donde dos vecinos pasan del saludo educado (“¿Va todo bien?”) a una discusión que va cada vez un poco más lejos de lo que sería una conversación entre vecinos, en un juego de preguntas y respuestas. Una conversación donde los dos hombres, al mismo tiempo que preguntan y responden, se acaban haciendo preguntas a si mismos y buscando respuestas de aquellos temas que, desde el inicio de los tiempos, han hecho cavilar a la humanidad: quién somos, qué hacemos aquí, a dónde vamos...
Un rellano de una escalera antigua. No de aquellas modernas, luminosas e impersonales. Una escalera con las paredes sucias de tanto pasar las manos, mientras se suben o se bajan. Un rellano amplio, hecho para que la gente pueda encontrarse. Un rellano de vecinos, para los vecinos. Un punto de encuentro, incluso con un pequeño banco, donde los vecinos pueden pegar la hebra.
Los dos vecinos, el del cuarto, Josep M. Flotats, judío, y su vecino del tercero, Arnau Puig, que no es judío, se van encontrando, a veces por casualidad, a veces porque se buscan, para hablar para profundizar en el tema del judaísmo. Los cambios de escena, con un fundido en negro y una música de aires franceses, y las diferentes iluminaciones para marcar los distintos momentos del día, nos acompañan en este descubrimiento del yo. El vestuario de Arnau Puig, que va evolucionando durante la obra, también marca diferentes puntos de inflexión, un vestuario que pasa de informal y casual a ortodoxo, ante el vestuario de Josep M. Flotats, siempre elegante, pero sin connotaciones religiosas.
El joven pregunta. Quiere saber qué eso de ser judío. Ya sea por curiosidad o porque es una de tantas personas que ha crecido sin referentes humanísticos y espirituales y ahora, tal vez, quiere saber qué es eso de tener una faceta más trascendente. Busca en el judaísmo lo que otros buscan en el cristianismo, el budismo el reiki o cualquier otra corriente espiritual o pseudo-espiritual. Y parece que se decanta por el judaísmo por una razón práctica, porque tiene un vecino que es judío y podrá hacer preguntas y obtener respuestas de primera mano.
Dos hombres muy diferentes. El vecino del cuarto, Josep M. Flotats, habla un lenguaje correctísimo, muy cuidado, con un vocabulario amplio y muy certero. El vecino del tercero, Arnau Puig, tiene un vocabulario más básico, más simple, como si no dominara ni su propia lengua. Los dos con un bagaje cultural muy diferente. El vecino del cuarto es un hombre culto. El vecino del tercero tiene carencias básicas. El lenguaje define como vemos el mundo y los límites que alcanza.
El vecino del cuarto es un hombre educado, mesurado, muy correcto que siempre tiene un punto de ironía y socarronería cuando responde las preguntas de su vecino. El vecino del tercero es un chico con aires de chulería, que parece un milhombres pero que, en realidad, se esconde tras las faldas de su mujer. “Mi mujer pregunta... mi mujer quiere saber... mi mujer tiene curiosidad por... “ Y el vecino del cuarto, con mucha educación y muchísima ironía, le responde “dígale a su esposa... “. Siempre incisivo.
El vecino del tercero, siempre detrás de “mi mujer”, empieza planteando una serie de tópicos sobre los judíos... para acabar cumpliendo los tópicos. Pasamos de “entre vecinos debemos ayudarnos” a “entre judíos debemos ayudarnos”.
En un juego de preguntas ágiles e inteligentes, el autor nos presenta su visión del mundo, pero no nos intenta convencer de nada. Toca los temas más delicados con gran inteligencia. Como una medusa que nos pasa rozándonos ligeramente, pero que nos deja una gran picada, Jean-Claude Grumberg nos deja caer, como si nada, los temas más escabrosos y al final nos encontramos la cabeza llena de preguntas. “Soy judío y soy ateo”, “soy judío como yo quiero serlo, no como diga su esposa o el rabino americano” dice el vecino del cuarto. Cada cual escoge lo que quiere ser. O lo que nos dejan ser. “¿Ha vuelto Hitler?”, pregunta el vecino del tercero. “Nunca está demasiado lejos” responde el vecino del cuarto. Hitler, o los totalitarismos, no están nunca muy lejos. Y es tan totalitario un régimen político represor, lleno de normas que hay que cumplir para estar dentro del sistema; como una religión llena de preceptos y normas que cataloga a las personas en mejores o peores, según si cumplen todo o no. “Yo soy mejor judío que Usted, porque yo lo he escogido”, dice el vecino del tercero. “Yo he escogido serlo, no esconderme” dice el vecino del cuarto.
Las dos interpretaciones son brillantes. Arnau Puig interpreta muy bien al vecino del tercero, chulesco, agresivo, ignorante, camorrista de poca monta... que nunca acaba de saber si su vecino se está riendo de él o le está ayudando en su búsqueda. Un vecino que parece que vaya a comerse el mundo pero que, en realidad, siempre se justifica en que es su esposa la que quiere saber i que él solo hace lo que le manda su mujer. Josep M. Flotats, en una interpretación excepcional, nos muestra una persona educada, muy culta. Una persona que ha vivido muchos años y muchas barbaridades (“¿es necesario otro infierno para los judíos??”.) Un hombre que acoge a su vecino y sus preguntas con un aire divertido y que, en cada palabra, destila un humor muy cáustico, ironía y socarronería, con gestos mesurados que, a veces, parecen estudiados para incomodar también a su vecino, y una actitud burlona que no deja nunca, ni cuando se saludan “¿Va todo bien?”. Una interpretación en la que se ríe del vecino del tercero y también se ríe de si mismo.
Una comedia llena de vitriolo. Muy bien dirigida. Excepcionalmente interpretada. Una comedia inteligente que nos hace bullir la cabeza con preguntas y relativizar posicionamientos.
10 sobre 10
www.espectaculosbcn.com
Serlo o no, para empezar, nos retrata un mundo que ahora es bastante desconocido, un mundo en el que los vecinos aún hablan entre ellos, aunque sea en el rellano de la escalera. Un mundo en el que la gente tiene tiempo para una conversación, aunque sea en el rellano de la escalera. Una escalera sin ascensor, donde dos vecinos pasan del saludo educado (“¿Va todo bien?”) a una discusión que va cada vez un poco más lejos de lo que sería una conversación entre vecinos, en un juego de preguntas y respuestas. Una conversación donde los dos hombres, al mismo tiempo que preguntan y responden, se acaban haciendo preguntas a si mismos y buscando respuestas de aquellos temas que, desde el inicio de los tiempos, han hecho cavilar a la humanidad: quién somos, qué hacemos aquí, a dónde vamos...
Un rellano de una escalera antigua. No de aquellas modernas, luminosas e impersonales. Una escalera con las paredes sucias de tanto pasar las manos, mientras se suben o se bajan. Un rellano amplio, hecho para que la gente pueda encontrarse. Un rellano de vecinos, para los vecinos. Un punto de encuentro, incluso con un pequeño banco, donde los vecinos pueden pegar la hebra.
Los dos vecinos, el del cuarto, Josep M. Flotats, judío, y su vecino del tercero, Arnau Puig, que no es judío, se van encontrando, a veces por casualidad, a veces porque se buscan, para hablar para profundizar en el tema del judaísmo. Los cambios de escena, con un fundido en negro y una música de aires franceses, y las diferentes iluminaciones para marcar los distintos momentos del día, nos acompañan en este descubrimiento del yo. El vestuario de Arnau Puig, que va evolucionando durante la obra, también marca diferentes puntos de inflexión, un vestuario que pasa de informal y casual a ortodoxo, ante el vestuario de Josep M. Flotats, siempre elegante, pero sin connotaciones religiosas.
El joven pregunta. Quiere saber qué eso de ser judío. Ya sea por curiosidad o porque es una de tantas personas que ha crecido sin referentes humanísticos y espirituales y ahora, tal vez, quiere saber qué es eso de tener una faceta más trascendente. Busca en el judaísmo lo que otros buscan en el cristianismo, el budismo el reiki o cualquier otra corriente espiritual o pseudo-espiritual. Y parece que se decanta por el judaísmo por una razón práctica, porque tiene un vecino que es judío y podrá hacer preguntas y obtener respuestas de primera mano.
Dos hombres muy diferentes. El vecino del cuarto, Josep M. Flotats, habla un lenguaje correctísimo, muy cuidado, con un vocabulario amplio y muy certero. El vecino del tercero, Arnau Puig, tiene un vocabulario más básico, más simple, como si no dominara ni su propia lengua. Los dos con un bagaje cultural muy diferente. El vecino del cuarto es un hombre culto. El vecino del tercero tiene carencias básicas. El lenguaje define como vemos el mundo y los límites que alcanza.
El vecino del cuarto es un hombre educado, mesurado, muy correcto que siempre tiene un punto de ironía y socarronería cuando responde las preguntas de su vecino. El vecino del tercero es un chico con aires de chulería, que parece un milhombres pero que, en realidad, se esconde tras las faldas de su mujer. “Mi mujer pregunta... mi mujer quiere saber... mi mujer tiene curiosidad por... “ Y el vecino del cuarto, con mucha educación y muchísima ironía, le responde “dígale a su esposa... “. Siempre incisivo.
El vecino del tercero, siempre detrás de “mi mujer”, empieza planteando una serie de tópicos sobre los judíos... para acabar cumpliendo los tópicos. Pasamos de “entre vecinos debemos ayudarnos” a “entre judíos debemos ayudarnos”.
En un juego de preguntas ágiles e inteligentes, el autor nos presenta su visión del mundo, pero no nos intenta convencer de nada. Toca los temas más delicados con gran inteligencia. Como una medusa que nos pasa rozándonos ligeramente, pero que nos deja una gran picada, Jean-Claude Grumberg nos deja caer, como si nada, los temas más escabrosos y al final nos encontramos la cabeza llena de preguntas. “Soy judío y soy ateo”, “soy judío como yo quiero serlo, no como diga su esposa o el rabino americano” dice el vecino del cuarto. Cada cual escoge lo que quiere ser. O lo que nos dejan ser. “¿Ha vuelto Hitler?”, pregunta el vecino del tercero. “Nunca está demasiado lejos” responde el vecino del cuarto. Hitler, o los totalitarismos, no están nunca muy lejos. Y es tan totalitario un régimen político represor, lleno de normas que hay que cumplir para estar dentro del sistema; como una religión llena de preceptos y normas que cataloga a las personas en mejores o peores, según si cumplen todo o no. “Yo soy mejor judío que Usted, porque yo lo he escogido”, dice el vecino del tercero. “Yo he escogido serlo, no esconderme” dice el vecino del cuarto.
Las dos interpretaciones son brillantes. Arnau Puig interpreta muy bien al vecino del tercero, chulesco, agresivo, ignorante, camorrista de poca monta... que nunca acaba de saber si su vecino se está riendo de él o le está ayudando en su búsqueda. Un vecino que parece que vaya a comerse el mundo pero que, en realidad, siempre se justifica en que es su esposa la que quiere saber i que él solo hace lo que le manda su mujer. Josep M. Flotats, en una interpretación excepcional, nos muestra una persona educada, muy culta. Una persona que ha vivido muchos años y muchas barbaridades (“¿es necesario otro infierno para los judíos??”.) Un hombre que acoge a su vecino y sus preguntas con un aire divertido y que, en cada palabra, destila un humor muy cáustico, ironía y socarronería, con gestos mesurados que, a veces, parecen estudiados para incomodar también a su vecino, y una actitud burlona que no deja nunca, ni cuando se saludan “¿Va todo bien?”. Una interpretación en la que se ríe del vecino del tercero y también se ríe de si mismo.
Una comedia llena de vitriolo. Muy bien dirigida. Excepcionalmente interpretada. Una comedia inteligente que nos hace bullir la cabeza con preguntas y relativizar posicionamientos.
10 sobre 10
Comentarios
Publicar un comentario
Gràcies pels teus comentaris. Gracias por tus comentarios.